viernes, 29 de mayo de 2009

La palabra "naïf", no sólo define una actitud pictórica, sino un modo diferente de enfrentarse a la vida. Existe una extraña complicidad entre el sujeto del pintor y su particular modo de ver el mundo en clave positiva e ingenua. Por medio del pincel, se transforman los fantasmas de los sueños. Se intuye un camino libre para la reivindicación de la imaginación, y de lo onírico..., que después influirá en el Surrealismo.
Nació en el seno de una familia modesta. Tras haber marchado al ejército, compagina su faceta de saxofonista con su trabajo en las aduanas; de ahí el que se le conozca como Rousseau "el aduanero". Como soldado, tuvo acceso a relatos de los soldados franceses expatriados de México, surge entonces su primer mito personal: hizo creer, o se creyó él mismo que conocía la selva y que había estado en América. En 1893 se jubila y se vuelca por completo en la pintura. Desde 1884 existía en París el Salón de los artistas Independientes que posibilitaba tendencias nuevas. Era evidente que su pintura no podía haber alcanzado los filtros de la Academia. Rousseau no se ganó la vida como pintor pero, él nunca se sintió "pintor dominguero", sino que se sentía pintor por encima de todo. Trabajó al margen de las corrientes cultas vigentes, se mantiene dentro de una pintura limitada, es autodidacta, sin formación. Su pintura se diferencia de la culta en la técnica más tosca y en los contenidos. Le gustaba servirse de fotografías y libros ilustrados pasados de moda para configurar sus pinturas. Aspiraba a una carrera de éxitos dentro de los cauces más tradicionales.

H. Rousseau: Retrato de Pierre Loti, 1891-1892.

H. Rousseau, Retrato de Pierre Loti, 1891-1892, óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm.


Se trata de un escritor de novelas de ambientación oriental, a ello responde el sombrero. El rostro está bastante conseguido. El volumen no está bien logrado, ha presentado la oreja derecha de frente, la mano de frente, plana y en primer plano. Las hojas del árbol están hechas con gran minuciosidad.
H. Rousseau: Gitana dormida, 1897.
H. Rousseau, Retrato de Pierre Loti, 1891-1892, óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm.
Fue muy valorada en el Surrealismo. La temática es extraña y sorprendente. La atmósfera que ocupa la figura exótica dormida es extraña. El vacío de la obra es muy sugerente, parece un ambiente propicio para escuchar las notas salidas de la mandolina que aparece en la composición. Rousseau ha vestido a la figura, que vemos desde arriba, con los colores del arcoiris. El león no tiene apariencia real, parece un peluche agrandado, cuyo "ojo de cristal" capta con precisión. Es casi una obra surrealista por la descontextualización de motivos, la iluminación fantástica y la atmósfera lunar poco naturalista. H. Rousseau: El sueño de Yadwigha, 1910.